Revolviendo el fondo del mar (19 de marzo)
Por Fede Luque
“¿Dónde hay otro Dios como tú, que perdona la culpa del remanente y pasa por alto los pecados de su preciado pueblo? No seguirás enojado con tu pueblo para siempre, porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable. Volverás a tener compasión de nosotros. ¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies y los arrojarás a las profundidades del océano!”
—Miqueas 7:18-19 NTV
Jesús es aquel pastor que nos ama tanto que viene a nuestro encuentro donde sea que estemos. Ese no suele ser nuestro mejor momento; tendemos a reconocer que lo necesitamos cuando nos damos cuenta que somos pecadores y que solos no podemos.
Entonces él perdona nuestros pecados, nos ayuda a levantarnos y nos muestra una nueva y mejor forma de vivir. Pero, ¿qué pasa cuando a pesar de que él nos perdona, nosotros no nos perdonamos a nosotros mismos?
La Biblia nos dice que él se olvida de nuestros pecados y los envía al fondo del mar. Lamentablemente muchos hijos e hijas de Dios viven revolviendo el fondo del mar, atados a la vergüenza y sin poder avanzar a todo lo bueno que Dios tiene para ellos.
¿De qué crees que Satanás puede acusarte? ¿Qué es aquello que te avergüenza, que nadie conoce y que constantemente vuelve a tu memoria? Tengo una buena noticia para darte: Dios sepulta nuestras iniquidades y las echa en lo profundo del mar. No cerca de la playa donde puedan reaparecer, sino en lo profundo donde no saldrán más a flote.
A veces dejamos que los pensamientos y sentimientos de culpa definan cómo vivimos nuestro día a día. Quizás prestamos el oído a voces acusadoras que vienen a limitarnos o a decirnos que no podemos acercarnos a Dios. Muchas veces es el orgullo enmascarado de vergüenza lo que nos frena, porque es nuestro propio deseo de demostrarle a Dios que somos dignos de su amor. Pero la verdad es que nunca vamos a ser dignos de lo que él hizo por nosotros: es únicamente por su gracia y su amor.
Cuando entendemos esto, nuestro orgullo no tiene lugar y podemos, como dice en Hebreos 4:16, “acercarnos confiadamente al trono de la gracia.” Me encanta que la Biblia dice “confiadamente.” Dios no te va a rechazar. No importa donde estés o donde hayas estado; él te ama y eso no va a cambiar.
Y recordá esto: la gracia no es excusa para seguir cayendo sino el motivo para levantarte e intentarlo nuevamente.
No revuelvas más el fondo del mar. Jesús ya pagó el precio por tus pecados y abrió una puerta para que puedas vivir en la presencia de Dios. Es una puerta que nadie puede cerrar. Su sacrificio es más que suficiente; no le quites valor a la sangre de Cristo al pensar que él no puede perdonarte. Si él te perdona, vos también podes hacerlo.
Quitale toda autoridad al acusador y entregásela a aquel que te dio la vida. No revuelvas más el fondo del mar. Empezá a caminar en su gracia, avanzando cada día un poco más porque el futuro que Dios tiene para vos es demasiado brillante para dejarlo ir.
Aplicación
Hacé una lista de aquellas cosas que “no podes soltar” respecto a tu pasado. Juntate con un hermano/a mayor en la fe para poder confesarlas y orar juntos acerca de ellas.
Oración
Gracias Jesús por tu gracia y amor. Gracias porque puedo acercarme a tu presencia. Ayudame a soltar todo lo que me frena y dame sabiduría y fuerza para tomar las decisiones correctas de acá en adelante. Gracias porque estás conmigo siempre. En tu nombre; amén.