Milagros inconvenientes (23 de noviembre)

“‘¡Hija, tu fe te ha sanado!’ le dijo Jesús. ‘Vete en paz y queda sana de tu aflicción.’” —Marcos 5:34 NVI

Uno de los jefes de la sinagoga judía, un hombre llamado Jairo, se había acercado a Jesús, rogándole que fuera a su casa y sanara a su hija que estaba al borde de la muerte.

La situación era tensa y seguramente todos se sentían apurados por llegar a la casa de Jairo.

Todo el mundo, al parecer, menos Jesús.

De entre la multitud apareció una mujer “que hacía doce años que padecía de hemorragias” que tocó el borde del manto de Jesús, recibiendo sanidad al instante.

Y Jesús, en lugar de enojarse con esta mujer que lo había interrumpido en medio de un asunto muy importante, tomó el tiempo para detenerse, buscarla y hablar con ella.

Vivimos vidas ocupadas y tenemos cosas importantes que hacer, y generalmente tenemos poca paciencia para las interrupciones.

¿Qué pasaría si dejáramos de ver las interrupciones como una molestia y, como hizo Jesús,  comenzáramos a verlas como oportunidades para participar en la obra de sanidad que Dios está haciendo en este mundo?

Aplicación

Las “interrupciones” toman muchas formas: tal vez un hijo que demanda mucho tiempo, una amiga que te llama porque necesita un consejo o una persona pidiendo monedas en la esquina. Hoy, tomá un momento para pedirle a Dios que te dé la paciencia para ver las interrupciones no como una molestia sino una oportunidad para marcar la diferencia en tu entorno.

Oración

Jesús, te entrego mis planes pequeños y pido que me ayudes a ver las interrupciones como una invitación a algo mayor. En tu nombre, amén.